Sobre volar bajo el água

Como de costumbre llegaba tarde pero desde la ventana del colectivo lo reconoció. Parado, alto, viril, lleno de gracia. Se estremeció. Tuvo miedo. Difícil depararse con lo nuevo.

Bajaba los escalones despacito, intentaba disimular el nerviosismo envuelto en las piernas protesis. Le transpiraban las manos.

Lo encontró, se chocó con la linda realidad que tenia adelante y por un momento todo fue azul. Azul como los ojos que se le presentaban. Azul de água, de esas águas que te invitan a sumergirse, de las que te generan sed. Tuvo sed en ese momento y bebió. Bebió las palabras, bebió el cielo negro arriba de sus cabezas, bebió la plaza alumbrada por la noche, bebió la gente que pasaba, bebió del água, bebió del café, bebió del otro hasta llenarse, por ese dia.

A la otra vez ya estaba sediento nuevamente, pero la sed habia cambiado: la sed vino con más fuerza. Era una sed grotesca, una sed gruesa, espesa, sed de saliva. Y bebió. Y dió de beber. Y sonrió. Y mató la sed.

Todos los dias tenia sed y todos los dias queria beber de él, queria tirarse al lago que habia en los ojos del otro. Aprendió a nadar y a respirar bajo el água. Cuando uno ama aprende a dejarse llevar, muchas veces, por la corriente en que fluye el rio del otro, pensaba. Aprendió a zambullirse y, como necesário, a salir a la superficie, algunas veces. Aprendia mientras vivia y vivia en él, vivia en el otro y vivia la historia que ellos empezaron a contar juntos. Un cuento de tiempos, que llevaba tiempo, saltando siempre del tiempo de uno al tiempo del otro, y él saltando siempre en sus ojos.

Buceaba en el amor y no hay nada más lindo que poder respirar bajo el água, respirar a él, bajo él, bajo el amor, bajo el cielo, volar en un azul-cielo-rio del otro y sobrevivir.

Sobre vivir. Sob vivir. 

Subacuático. 

Subamor.

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